Archivo para abril, 2025

La metodología de la investigación para la transformación social se distingue por un compromiso profundo y activo con la generación de cambios positivos y significativos en la sociedad. A diferencia de la investigación tradicional, que a menudo se centra en la comprensión teórica o la descripción de fenómenos, esta metodología prioriza la acción y la mejora tangible de las condiciones de vida de las personas y comunidades, especialmente aquellas en situaciones de vulnerabilidad.
Un principio fundamental es la participación activa de los actores sociales afectados por el problema investigado. Esto implica involucrarlos no solo como sujetos de estudio, sino como colaboradores esenciales en cada etapa del proceso, desde la definición inicial del problema hasta la implementación y evaluación de las soluciones propuestas. Se busca así crear un ambiente de colaboración horizontal, donde el conocimiento experto de los investigadores se complementa con la experiencia vivida de los participantes, enriqueciendo la comprensión del problema y aumentando la probabilidad de encontrar soluciones efectivas y sostenibles.
La reflexividad es otro pilar clave, que exige una autoevaluación constante del investigador sobre su rol, sus posibles sesgos y cómo su presencia puede influir en el proceso y los resultados de la investigación. Esta transparencia y honestidad intelectual son esenciales para garantizar la validez y la credibilidad de los hallazgos, así como para evitar la reproducción de dinámicas de poder desiguales entre el investigador y los participantes.
La orientación a la acción es lo que distingue fundamentalmente esta metodología. No se trata simplemente de generar conocimiento, sino de generar conocimiento útil para la toma de decisiones y la implementación de acciones concretas que contribuyan a la transformación social. Los resultados de la investigación deben traducirse en estrategias, políticas públicas o intervenciones sociales que tengan un impacto real en la vida de las personas, abordando las causas profundas de los problemas y promoviendo soluciones a largo plazo.
La justicia social es el horizonte ético que guía todo el proceso. La investigación se centra en identificar y abordar las desigualdades, la discriminación y la exclusión social, buscando empoderar a los grupos marginados y fortalecer su capacidad para defender sus derechos e intereses. Se busca generar conocimiento que sea relevante para la lucha contra la pobreza, la desigualdad de género, el racismo, la discriminación por orientación sexual y otras formas de injusticia social.
Para llevar a cabo esta investigación, se utilizan una variedad de métodos, como la investigación-acción participativa (IAP), que implica un ciclo continuo de reflexión, planificación, acción y evaluación en colaboración con los participantes; los estudios de caso, que analizan en profundidad situaciones específicas para comprender las dinámicas sociales complejas; la investigación cualitativa, que utiliza entrevistas, grupos focales y observación participante para comprender las perspectivas y experiencias de los participantes; y el análisis cuantitativo, que permite identificar patrones y tendencias en grandes conjuntos de datos.

 

 

Josefa Orfila

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Adelaida StruckLa sociedad actual avanza con rapidez, pero no siempre en la dirección correcta. En nombre de la innovación y la inmediatez, estamos dejando atrás a quienes más tienen que aportar: nuestros adultos mayores. Y no se trata solo de afectos o vínculos familiares, sino también del lugar que ocupan -o ya no ocupan- los profesionales con décadas de experiencia en sus campos.
Hoy en día, muchos hombres y mujeres con trayectorias valiosas, que han construido conocimiento, que han liderado procesos, que han formado generaciones, son invisibilizados simplemente por haber cruzado una cierta edad. La exclusión etaria se ha convertido en una nueva forma de discriminación silenciosa, disfrazada de modernidad. Se pierde así no solo la voz de quienes tienen mucho que decir, sino también la posibilidad de construir puentes reales entre generaciones.
En lugar de conectar a los más jóvenes con los adultos mayores, de generar espacios de retroalimentación, estamos sembrando una brecha que empobrece a todos. Los jóvenes necesitan referentes, acompañamiento, historias que les enseñen a interpretar la complejidad del presente. Y los mayores necesitan seguir aportando, sentirse parte, ser reconocidos en su valor.
No se trata de caridad ni de nostalgia. Se trata de una visión estratégica de futuro. Porque una sociedad que no escucha a sus mayores se desconecta de su historia, de su ética y de su experiencia acumulada. Y una juventud que camina sola, sin diálogo con quienes ya recorrieron el camino, corre el riesgo de repetir errores y perder profundidad.
Desde nuestra mirada, es urgente reconectar a las personas mayores con sus comunidades, con sus colegas, con los espacios donde pueden seguir construyendo significado. No basta con incluirlos: hay que integrarlos desde el respeto y la admiración. Crear oportunidades de participación activa, de intercambio intergeneracional y de valorización del saber vivido.
La edad no debe ser un límite, sino una posibilidad de generar sinergias. Apostar por la conexión es apostar por una sociedad más sabia, más justa y más humana.

 

Adelaida Struck G.

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La investigación no es solo una herramienta para entender el mundo: es una vía poderosa para transformarlo. A lo largo de mi experiencia, he comprobado que los datos, cuando se recogen de forma rigurosa y se interpretan con sensibilidad social, pueden abrir caminos inesperados, dar voz a lo invisible y generar soluciones concretas para los desafíos más urgentes de nuestras sociedades.
Pero investigar por investigar no basta. El conocimiento que no se traduce en acción corre el riesgo de convertirse en letra muerta. Por eso, creo en una investigación comprometida, situada, con raíces éticas y con vocación de incidencia. Por ello, necesitamos metodologías que no se detengan en el diagnóstico, sino que inspiren, movilicen y transformen. Metodologías que dialoguen con los territorios, que reconozcan los saberes comunitarios, que valoren las vivencias y que incluyan a las personas como protagonistas de los procesos de cambio.
La innovación social, en este contexto, no se trata únicamente de introducir tecnologías nuevas, sino de replantear nuestras formas de ver, escuchar y actuar. Innovar es atreverse a hacer preguntas incómodas, cuestionar modelos obsoletos y explorar caminos más colaborativos, empáticos y sostenibles. Es diseñar proyectos con impacto real, desde el rigor y la versatilidad metodológica, el pensamiento estratégico y una conexión genuina con la realidad que queremos mejorar.
En este enfoque, la investigación se convierte en un puente: entre el análisis crítico y la acción transformadora, entre los datos y las decisiones, entre los desafíos sociales y las políticas que los enfrentan. No se trata solo de obtener resultados, sino de hacer que esos resultados cuenten; que sirvan para incidir, para inspirar políticas públicas, para fortalecer redes comunitarias, para construir narrativas más justas e inclusivas.
En definitiva, investigamos no solo para comprender, sino para co-crear futuro. Para construir sociedades más justas, más solidarias, más conscientes. Y eso requiere no solo conocimiento, sino también pasión, escucha activa y un compromiso real con la sociedad.

 

Mony de Lourdes Vidal A.

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